Hay cosas por las que ser madre vale mucho la pena. Anoche recordaba esos detalles que como mamá me hacen sentir viva, feliz, realizada. Esos grandes logros que son tan palbables y que me hacen muy feliz.
Recuerdo las veces que me batí , batimos el piso y la ropa intentando enseñarle a mis hijas a comer por sí solas. Y todavía tengo fresca en mi mente esa imagen de mi enana llevándose la cuchara a la boca y comiendo ya solita. Tirando todo, pero agarrando su cucharita y tomando su vasito entrenador. Logré enseñarle a comer sola.
Luego también me acordé de cuando caminaron... esos meses en andadera golpeando todos los muebles y paredes de la casa, dejando marcas por todos lados, rompiéndose 2 veces los labios cayéndose de la manera más absurda, usando barandales y dejando manitas por toda la pared, hasta que un día nos vimos mi esposo en un cuarto y yo en el otro recibiendo con los brazos a mi hija que caminaba por primera vez. Logré enseñarle a caminar.
Creo que la etapa más costosa fue la de enseñarles a vestirse, se me hizo eterno ese paso. El lograr sincronizar movimientos de cabeza, brazos y manos para ponerse una playera, un sueter, y luego abrochárselos. Amarrarse los tenis con el cuento del conejito, que yo nunca entendí y mejor se los cambié por un puente y un río... Siguen sin saber cómo ponerle las agujetas a los tenis, pero logré enseñarles a vestirse y amarrase los zapatos.
Luego vino la escuela, aprender a escribir, otro show, una hija diestra y otra zurda, teniendo que enseñarles de distintos modos el trazo, enseñarles a iluminar sin salirse de la rayita, enseñarles a leer, aunque eso no fue tan difícil, mis hijas fueron precoces en ello.
Hay otras cosas en las que no he tenido nada que ver, y que ellas aprendieron por si solas, como hablar, manejar la computadora, usar el control remoto de la tele, saber programar el recordatorio del cable, usar el dvd.
Pero este fin, después de mucho tiempo, me volví a sentir útil para mis hijas, estas tardes de salirnos a practicar en bici funcionaron. Mi corazón se llenó de alegría, gusto y orgullo al verla manejar con equilibrio su bicicleta rosa, paseando por la calle y logrando poco a poco maniobrar. Yo nunca pude, nunca más lo intenté y verla a ella lograrlo, me hizo muy feliz.
Logré enseñarle a andar en bici.
10:24
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6 comentarios:
Muchas Felicidades mi vida, a mi también me dio gusto ver que ya aprendió, ahora te toca a ti
Besos
Yo me cai muchas veces de la bici cuando estaba aprendiendo, me caia, pero ahi estaba mi primo que me enseño a nunca rendirme y mejor reirme de la situacion
Saludos
Cuando uno cae solo queda levantarse..Pero tener a alguien al lado hace mas facil el seguir...besos.
yo siempre he pensado que a los zurdos es más facíl enseñarle por que es como ver un espejo, creo que me dí a entender vea.
Ayy!! cuando yo tenga hijos(dios lo quiera) ya voy a estar bien viejito y cascarrabias, a ver como me va.
Yo creo que les has enseñado mucho más que andar en bici, vestirse o comer. Eso que tú les enseñas todos los días se llama amor y eso no se aprende, sólo se vive.
Ains, mi Dorn....qué bonitos son los niños...........de los otros, jajaja, que a mi aún no me toca.
Un besazo.
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