La semana de lo paranormal

Hacía días que no se me ocurría qué escribir, he tenido mi mente cupada en otros asuntos, pero hoy necesito distraerme unos minutos, así que le dedicaré 3 minutos a mi blog para contarles sobre mi friki life toda esta semana.

Tenía yo 9 meses de edad, mis papás trabajaban y quien me cuidaba era mi abuelita. Mi abuelita es de esas mujeres que practican yoga, leen y conoce mucho sobre el budismo, la contemplación, los viajes espirituales, sabe curación con las manos, da cursos de reiki, etc.

Mientras ella daba su clase de yoga a sus alumnas, me colocaba a mí en una sillita a ver la clase y yo como nena bien portada me quedaba quieta haciendo mis ruiditos de bebé observándolas.

Mi abuelita comenzó a notar que de pronto comenzaba yo a reirme a carcajaditas , como si estuviera haciendo travesuras. Y sucedían cosas extrañas en su salón de yoga, como que se caían cosas, alguien se enredaba, o simplemente la grabadora se apagaba.

Mi abuelita comenzó a ser más observadora porque estas cosas no sucedían y después yo me reía, sino que yo me reía y luego sucedían (como si yo las provocara). El caso es que me llevaba a su casa y realizó algunos experimentos conmigo. Me puso sobre la cama, ella se sentó a mi lado en posición de flor de loto y puso música para relajarnos, como si fuera la clase de yoga.

En ese momento... sucedió, sus aretes se abrieron y se desprendieron de sus orejas cayendo sobre la colcha.

Me miró y me dijo: fuiste tú verdad traviesa?

Y yo comencé a reirme.

Se volvió a poner los aretes y le volví a hacer lo mismo. Me cargó y me acercó a un móvil de madera que tenía colgando en la puerta. Me dijo: a ver nena, muévelo.

Yo obvio no lo alcanzaba, pero los palitos de metal comenzaron a moverse y las bolitas de en medio a girar.

Ya no hubo duda, mi abuelita supo que yo tenía telekinesis. Esa misma tarde me llevó a la cocina y me enseñó un calendario de esos que se desprenden los días, y me dijo:

- nena, a ver.. arranca las hojitas.

Y sí, adivinaron, las hojas se fueron arrancando solas hasta acabar con casi medio calendario.

Mi abuelita estaba más que feliz con su gran descubrimiento y en la tarde que mi madre llegó a recogerme, le enseñó lo que yo podía hacer. Me llevó a la máquina de coser y comencé a activarla con solo ver el pedal, hice flotar unas tijeras y luego dejarlas caer cerca de ellas. Mi mamá lo vió como un hecho aislado, no le pareció muy bien y dijo que tal vez había sido coincidencia. Seguí haciéndolo a escondidas con mi abuela, hasta que a mis 2 años, en una reunión de mi mamá y sus amigas les arranqué los aretes con solo mirarlas a todas sus amigas que estaban en los sillones de la sala. Eso las espantó mucho, gritaron y como reacción azoté una puerta sin querer con el puro pensamiento. Me asustó su reacción.

En ese momento mi mamá me regañó y le pidió a mi abuelita que por favor dejara de fomentar esas acciones conmigo, que no era normal y que me iban a tratar como loca y niña rara, que podía yo lastimar a alguien. Así que cada vez que yo lo hacía me regañaban y me daban un manazo; hasta que lo lograron, crecí y olvidé cómo hacerlo.

Quién sabe qué hubiera sido de mi vida con esa capacidad de mover las cosas con el solo pensamiento, me habría dedicado a la magia? lo hubiera usado para fregarme a alguien? sería rica? mi vida sería exactamente igual? nunca lo sabremos...

Ahora lo único que me pasa de pronto y desde esa vez, es que cuando estoy muy preocupada o de malas, se desaparecen de mi casa las tijeras o se abren y cierran las ventanas sin que nadie sepa quién fue. Dicen que todos nacemos con esta capacidad, pero solo algunos logran permanecer con ellas y utilizarlas de manera correcta. Me muero de ganas por volverlo a hacer.